Esta vez, todos nos equivocamos.
Mi hermano, el flaco, tan débil, enfermo y enamorado,
aquel que había que retar por atrasado y apuntar para apurarlo,
ese que alguna vez tuve que acompañarlo
para tomar venganza de un ser que le habría hecho daño,
ese flaco, mi hermano, el que ahora ríe de lo pasado
y toma con amor la mano de quien
alguna vez lo había ayudado.
Es este mi hermano el grandote de manos largas,
el papelucho, como le decían en la casa y que ahora,
veo con gran alegría en mi alma,
aquel que nadie le daba esperanzas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario